sábado, 5 de febrero de 2011

Rupturas - Dependencia y Terapia (I).

La relación D/s está basada en un intercambio mutuo de satisfacciones entre el Dominante y la sumisa y hay diversas maneras de enfocarlo o entenderlo, según la apreciación que tengo y que evidentemente no es más que una idea que expongo en primera persona, reconociendo de antemano que habrá miles de formas de verlo y admitiendo cualquier corrección que se me quiera hacer.

Por un lado, el Dominante espera recibir de la sumisa la atención y la devoción que desea y que ella manifestará de diferentes formas como son su obediencia, su predisposición a complacer, su abierta disponibilidad, siempre y para todo, en la confianza que tiene en esa mano que se le tiende. Es muy breve y simplista la exposición pero así quedará dado que mi interés por el momento es desarrollar lo que entiendo que hay en la otra orilla y en la que siempre me he aplicado al máximo para intentar comprender y aprender.

Por otro lado, la sumisa recibe o espera recibir de esta relación sosiego, control, orden, cariño, atención y en cierto modo y como complemento, juegos que le aporten otro tipo de satisfacciones físicas aparte de las emocionales que de las anteriores ideas se pueden desprender.

Esta relación desde siempre ha creado una dependencia emocional de la sumisa al Dominante que está basada en un sentimiento que conocemos como amor en una de sus múltiples acepciones aunque en lo que concierne al BDSM, este amor va mas allá de lo que en otro tipo de relaciones se experimenta por que la entrega de la sumisa es mucho más profunda.

Cuando estas relaciones flaquean, ambas partes sufren las consecuencias si bien la peor parte la suele llevar la sumisa, ya que si la relación llega a la ruptura, se encuentra en un caos y desconcierto absoluto en el caso de que su entrega fuese sincera y profunda, claro. En otros casos, en “quince días” lo tienen resuelto.

Mucha responsabilidad de cómo quede la situación de la sumisa la tiene el Dominante, si es quien toma la iniciativa de romper, ya que si las causas objetivas de esa ruptura no son más que el simple agotamiento de la relación, El tiene que tratar por todos los medios de explicar a la sumisa con claridad las razones de la ruptura y si es el caso, permanecer a su lado durante un tiempo que podríamos llamar de manera coloquial, desenganche. Personalmente considero una obligación de todo Dominante actuar de esta manera ya que El es responsable de su obra incluso después de terminada la relación. Ni que decir tiene que esa responsabilidad incumbe siempre a sus actos, claro.

Las secuelas de esta nueva situación que encuentra la sumisa son muy parecidas a las que experimenta cualquier dependiente ya que queda un vacio en su día a día que no sabe bien cómo llenar, por muy fuerte e inteligente que sea la persona, y que en algunos casos pueden ponerla en situaciones extremas, bien haciendo lo imposible por alejarse de todo el ambiente e ideas BDSM, lo cual le causa enorme frustración y estados alterados de tensión o por el contrario, entrar en una carrera a tumba abierta en busca de una persona o situaciones que cubran aunque sea accidentalmente y temporalmente, ese vacío. En cualquier caso, suelen ser posturas muy extremas y radicales siempre motivadas por la inseguridad, el miedo, la soledad e incluso la insatisfacción en otros órdenes.

Como siempre que escribo acerca de mis ideas, lo hago con el propósito de incitar a la opinión de los demás y a crear “debate” en torno a ello. En este caso y por la extensión y profundidad que puede alcanzar el tema, lo desarrollo en dos partes, esta primera en la que se introduce a la situación de “abandono” que experimenta la sumisa en la ruptura de la relación, sin entrar en las causas de ello y que repasaré en la segunda parte que espero que de mucho juego ya que expondré mis ideas acerca de la “terapia” a seguir para pasar ese trance sin pretender desde luego sentar cátedra ni mucho menos, ya que se tratan solo de ideas personales y por supuesto, no soy psicólogo ni nada parecido, solo uno más que navega en este mar de dudas que es el BDSM en las situaciones más delicadas ya que finalmente, somos siempre personas.