viernes, 14 de enero de 2011

De la ilusión a la tristeza…. Y de la tristeza a la esperanza. Es tu viaje.

No te quiero vacía, no te quiero torpe, no te quiero sin chispa, sin tu alegría…. Te quiero así como eres, inteligente, luchadora, con personalidad, pisando fuerte y mirando descarada al mundo.

Codiciada por los hombres y deseada, desafiante y atrevida. Provocando incendios por donde pasas porque sabes el poder que tienes. Sabes cómo hacerlo.

Tu cama sería pasto de las llamas cuando tú quisieses, con solo un pisotón en el suelo. Un incendio al que acudirían miles de voluntarios…. que no apagarían el verdadero incendio interior que tienes.

Y así, al quitarte el rímel y despojarte de las lentejuelas, el brillo de tus ojos se apaga, se nubla tu mente y hasta Möet llora contigo por que la fiesta se terminó y el caballero dorado no apareció dejando en tu espera, de nuevo, un vacio profundo.

Y entonces, por casualidad, vuelve el recuerdo y piensas en la confortable amenaza de sentirte presa en tu interior, sentirte atada a ese algo que deseas de verdad, a ese ancla que buscas desde hace tiempo que te daría serenidad, paz y sosiego.

Alguien con el que tu mente no tendría que luchar por qué sabrías de antemano que era una batalla perdida.

Ese alguien al que desprecias e ignoras pero que te hace volver una y otra vez porque realmente tu pose es eso, solo una ficción montada para protegerte de tus miedos.

El que sabe esperar, el que nunca te buscó sino que admitió con dolor tus huidas y silencios sabiendo que jamás debería de ir detrás de ti sino dejar que te acercases tú. Porque no hay mayor castigo que obligarte a pensar y reconocer lo que deseas y no te atreves a pedir.

Aquel efímero sueño de promesas cercanas, de ruptura de muros y barreras, de ir abriendo lentamente el horizonte, de querer sentir la mirada, las manos, la piel…… en definitiva, de deshacer el misterio para convertirlo en realidad….. Donde quedo?

Casi llegué a tocar el cielo pero se quedo de nuevo en un sueño del que despertar fue sentir frio.

Me gusta que vengas con la cabeza baja, humillada, con el miedo de no saber mi reacción ante tu torpeza. Sí, me gusta esa idea….me gustará así.

Mientras tanto, das vueltas, piensas, te acercas, te vas ….. Pero no tan lejos que no me puedas escuchar si te llamo. Pero si te llamo, correrás más.

Y sabes que no te llamaré, no te pondré en fuga ni te daré esa excusa, tendrás que venir tú tal como te digo, con la cabeza baja y sin un ápice de soberbia.

Sabes que te recibiré con los brazos abiertos y el corazón de par en par para que me entregues lo más escondido que tienes. Y sabes que lo guardaré bien, lo cuidaré y lo mimaré como el tesoro que es para mí. Que te ataré dulcemente con esa soga que no se ve pero que presiona el alma y sentirás como se te abren los poros por que deseas que entre en tu interior desolado y lo llene de luz y calor.

Y entonces sentirás también la necesidad de postrarte a mis pies y pedir con voz emocionada…tómame, Señor.