lunes, 3 de enero de 2011

El Hilo Conductor

Las acepciones que representa esta entrada son diversas, desde el cable que transporta energía eléctrica hasta otras que abarcan cientos de campos de aplicación aunque la que me parece más ajustada es la que se explica como “Continuidad de una narración, argumentación, pensamiento o cosas similares, que hace que las diferentes partes se enlacen unas con otras y formen un todo homogéneo”.

Me vale para expresar el pensamiento cualquiera de las dos anteriores ya que están relacionadas con la idea que pretendo desarrollar precisamente al “hilo” de una situación que se ha dado recientemente y por la que me veo en la obligación de escribir estas líneas para explicar mi intención y pensamiento.

En el ambiente en que nos movemos y dada la relación estrecha que siempre se pretende conseguir, es importantísimo que exista un hilo conductor entre el Dominante y la sumisa. No se trata de algo que podamos ver necesariamente ya que el objetivo de que exista ese hilo es mucho más profundo aunque nos podemos apoyar en elementos tangibles y da igual la nobleza del material con que se construye ya que la intención es mucho más importante.

Cuál es la intención? Evidentemente el Dominante pretende instalarse en la mente sumisa echando las raíces cuanto más profundas y fuertes, mejor. Esto facilita la creación de ese estado de limbo mental que en la primera etapa de la relación tiene la sumisa, en parte por el torrente de novedades y sensaciones que experimenta y en otra parte, por la confusión que le ocasiona, la idea de la entrega que está realizando hacia otra persona, sobre todo en el caso de una sumisa con poca o nula experiencia.

Para instalarse en la mente sumisa, las herramientas son diversas pero no cabe duda de que la sumisa necesita tener elementos a los que agarrarse en los momentos de duda, elementos que no dejan de ser un gancho más que el Dominante pone para tenerla sujeta y llevarla a la docilidad necesaria para su entrenamiento eliminando inseguridades y creando un tránsito mental suave hacia su nueva situación. En este sentido si son imprescindibles los elementos tangibles que pueden ser desde una pulsera, una gargantilla u otros que no provoquen desestabilidad en su entorno pero que sean como una losa que se transporta y que mantiene la mente sumisa en actividad hacia el Dominante.

Y hay que mantener la mente sumisa en actividad hacia el Dominante por que tendrá tiempo, en su intimidad, de analizar los aspectos positivos y negativos que el día a día le va aportando. Es una actividad necesaria para que la entrega sea con convencimiento y libre de los vicios que se pueden adquirir si en vez de analizar las cosas en primera persona se dispersa en charlas con elementos de uno u otro rol más o menos informados o con más o menos buena intención respecto al bienestar de la sumisa. Algo que por otra parte tampoco es tan raro ya que la sumisa suele tener la necesidad de hablar de su situación y busca fuera de la influencia de su Dueño ideas que la afiancen en la decisión que ha tomado.

Por otra parte, el Dominante no puede ejercer la docencia y vigilancia de la sumisa las veinticuatro horas del día. Ni es conveniente ya que la mente de la sumisa necesita el oxígeno de las actividades cotidianas sin sentir la presión directa de su Dueño.

Esa actividad mental de la sumisa hacia el Dominante es el hilo conductor que afianza la relación y la convierte poco a poco en estable, ganando en confianza mutua, aportando a la sumisa la seguridad necesaria acerca de su posición, haciéndola sentir parte de un todo y no un elemento independiente, sintiendo como paulatinamente entra en otra dimensión en la que renuncia a una parte de su ser para entregarla como el regalo más precioso que puede dar a una persona que ella ha elegido y reconoce como su guía y Dueño.