domingo, 31 de agosto de 2008

La Cachorra

Después de mucho hablar, quizá no lo suficiente, hemos llegado al acuerdo de conocernos en persona y comprobar si nuestra aparente atracción nos puede llevar a alguna situación interesante.

Me recibe tal como sugerí, con un ligero vestido veraniego, sandalias con alza y evidentemente, sin ropa interior.

Noto que está a la espera de acontecimientos, expectante y quizá también llena de dudas. Es lo normal.

Después de cerrar la puerta tras de mi, la miro fijamente y le digo “aquí estoy”. Tomo la iniciativa y la atraigo con un suave abrazo, acaricio su pelo y la tomo del recogido que se ha hecho con energía. Levanto su cara y sin mas preámbulos, la beso la boca con fuerza. Siento como se relaja en el abrazo y sin soltarla, paso mis manos por su cuerpo lentamente.

Llego al final de su espalda y dejo mi mano como un aviso a los navegantes. Le doy despacio unos ligeros azotes y empiezo a notar su respiración mas acelerada.

Le suelto y le pido que me enseñe sus dominios. Esta nerviosa? Bien, hablemos unos minutos. Exponemos nuestros puntos de vista, nuestros deseos, nuestras inquietudes, hablamos de conocidos comunes, nuestras experiencias. Unos minutos que sirven para relajar la situación.

Nos hemos acomodado en su dormitorio que será nuestro escenario para éste primer encuentro. Un gran armario con el frontal de espejo domina la situación, justo delante de una gran cama que parece muy confortable.

El espacio es suficiente para lo que tengo en mente y calculo bien la situación ya que no quiero quedarme corto ni excederme en la presentación.

De pronto me levanto de mi silla y la hago poner en pié. Esta esperando ansiosa el momento en que empiece “la acción” y sabe que ahora empieza. La pongo delante del enorme espejo y le digo que se mire mientras permanezco a su espalda.

Acompaño mi presencia con unos ligeros azotes sobre la escueta ropa que lleva puesta y su rostro va cambiando. Mis palabras en su oído van causando efecto y cada vez noto mas acelerada su respiración.

Juego con mis manos bajo su ropa, acariciando, apretando y violando descaradamente su intimidad. Esta empapada y su respiración es agitada. No quiere hoy ataduras por precaución. Pactamos una palabra de seguridad para detener la acción en cualquier momento.

Hoy es un día de presentación nada mas, todo será muy ligero para darle indicios pero no quiero que tenga muchas referencias. Me gusta jugar con el factor sorpresa y asi procederé, con calma y pero sin darle tregua.

Ella se reconoce sumisa aunque carece de experiencia como tal y sé que esta cargada de fantasías pero por otra parte su carácter voluble y en cierto modo rebelde e inconformista me tienen prevenido de no hacerme ilusiones sobre su definitiva sumisión. Mis ideas están claras sobre lo que deseo y no estoy seguro de que las suyas coincidan con las mías así es que paso a paso y muy despacio todo.

De pronto corto en seco la acción y le recuerdo que no me ha invitado ni a un café y que me apetece. Quizá con un poco de desconcierto va a la cocina y me lo pone. Ya lo tenia preparado pero lo habíamos pasado por alto con la emoción de las presentaciones y la charla.

La observo detenidamente. Es bonita, me gusta, se mueve con gracia, tiene una boca sensual, los ojos ahora con un brillo especial. Se que es el mismísimo demonio con su carácter cambiante pero me atrae lo que intuyo que tiene en el interior y deseo hacerme el Dueño de su cuerpo y sus emociones.

Regresamos al dormitorio y sin más preámbulos la pongo de nuevo delante del espejo. Juego con mis manos por su cuerpo pero ya decidido a ir hacia delante mientras susurro en su oído lo que voy a hacer con ella usando las palabras que sé que contribuyen a aumentar su excitación.

Le quito el vestido y le dejo completamente desnuda frente al espejo. Quiero que se vea y que me vea como recorro obscenamente su cuerpo, tocando, palpando, acariciando, apretando, pellizcando todos los rincones, sin dejar nada sin explorar. Le ordeno que abra las piernas y ponga sus manos en la nuca. No quiero que se mueva pase lo que pase. Deseo que se mire ahora así, que se sienta entregada a mis caprichos que sé que es lo que le produce esa sensación especial.

He sacado ese collar que ella espera y se lo he puesto para que se mire. Es un collar de perro, de cuero grueso negro, ancho, con pequeños pinchos y tres chapas doradas. Es un collar de perra para jugar con ella y si se lo gana, llevará mi nombre en una de esas chapas. Pero ahora solo es para jugar. Luego no se lo dejaré. Tendrá que ganárselo.

He empezado a azotarla suavemente y se que quiere mas. La humedad que corre por sus muslos es delatora. Ahora cojo un gran pañuelo negro y tapo sus ojos. A partir de éste momento jugarán sus sentidos. Ella me ha dado su conformidad.

La cojo de los hombros y la arrodillo en la cama, abierta de piernas y a la altura exacta para que me saque el miembro y la coja desde atrás como a la perra que lleva dentro y la dé media docena de fuertes sacudidas que la hacen temblar mientras me dice que soy muy bruto. Pero su humedad la delata y sé que mis palabras hacen su efecto.

De nuevo en pie, abierta de piernas y con las manos en la nuca, le he propinado una serie de azotes que ponen su culo como la grana a medida que aumento la fuerza de los mismos. En cada uno de ellos se retuerce y le tengo que recordar continuamente que no quiero que se mueva. Paso la palma de mi mano por su sexo que ahora es un torrente que le baja por el interior de los muslos.

Tengo escondido un pequeño vibrador de efectos demoledores y una bola vaginal vibradora con mando a distancia. Primero le introduzco la bola que ella no sabe lo que es y le ordeno que la sujete con los músculos vaginales, y que no quiero que se le salga de ninguna de las maneras. De pronto activo el mando a distancia mientras sigo con la cadencia de azotes. Se retuerce pero sabe que tiene que recuperar la posición inmediatamente. Esta sudando y gime, respira agitadamente y tiene la boca entreabierta.

Después de unos minutos con esas sensaciones he aplicado el pequeño vibrador directamente en su clítoris y se le han doblado las piernas en poco menos de cinco minutos. Estaba esperando ese momento ya y se ha colgado de mi cuello en un abrazo tembloroso. No puede articular palabra y la sujeto hasta que se le pasan los temblores.

Kraken.

La Fiesta - Primera parte.

Llegaba ya con tres minutos de retraso a la fiesta, eso si conseguia en breve salir de aquel desesperante atasco. La sonrisa boba del taxista, que podia ver a traves del retrovisor me estaba poniendo aun mas nerviosa. Claro que si soy sincera,no era de èl totalmente la culpa.

Me habìa subido la falda para evitar que se arrugara en demasìa y una porcion generosa de muslos lo tenía hipnotizado.

Marta se enfadaría y mucho si no conseguía llegar a tiempo. Me lo había repetido hasta la saciedad: No llegues tarde!!.

Y esta vez me había esforzado porque fuera así. Sabia que mi amiga me perdonaría cuando viese el motivo de mi demora. Falda negra de raso, completamente ceñida, una blusa blanca transparente como un velo con un cuello imposible que llegaba hasta la boca del estomago y que evitaba mas de un infarto gracias a la cascada de chorreras que lo adornaban.

Por supuesto no llevaba sujetador. Mi ropa intima se limitaba a unas minusculas braguitas de encaje blanco acompañadas de ligueros y unas finisimas medias de seda, los altos zapatos tambien de raso completaban el conjunto.

Mi cuello desnudo indicaba a las claras que yo no pertenecia a nadie, cosa que me mortificaba un poco en ese tipo de reuniones en que las sumisas lucian orgullosas los collares de sus Amos como trofeos de guerra, pero viendome todo el mundo comprendia que si yo no tenia amo era simplemete por que no queria.,Mas de uno habria pagado una fortuna por poner su hierro en mi cuerpo.

Pero no...yo no queria solamente un Amo...queria ademas...Mi Dueño absoluto.

El frenazo brusco del taxi me hizo regresar al mundo rapidamente. Pague al buen hombre y como ensayo general de lo que me esperaba, abri las piernas de par en par durante unos instantes para que el esforzado miron no se olvidara de mi en mucho tiempo.Y luego como una princesa altiva baje del coche sin dirigirle ni siquiera una ultima palabra. Eso si...meneando las caderas un poco mas de lo normal para que esa noche tuviera un aliciente mas en sus pequeñas fantasias nocturnas. A la decima de segundo ya me habia olvidado de él para siempre.

Llegue a la entrada de la casa y antes de llamar me "recoloque" todo. El ultimo toque fue ponerme la mascara de plumas, antojo de la anfitriona para aquella velada. Me abrió la puerta del jardin una encantadora jovencita muy amable y algo "achispada".

Llegaba tarde...todo el mundo estaba ya mas que relajado y las risas y las voces suaves daban notas de cristal a la magnifica noche. Busque a Marta entre aquel mar de caras ocultas,una veintena de personas fluctuaban por el cuidado cesped. Logicamente ni rastro de ella si me vió..me ignoro por completo.

Asi que permaneci sola contemplando ahora un poco mas atentamente lo que tenia a mi alrededor. Lo mas llamativo las mascaras, todo el mundo habia cumplido a rajatabla el requisito.

Los señores impecables..aunque empezaba haber algun que otro descamisado y las sumisas como joyas sacadas de un cofre para la ocasion lucian explendidas sus impudicos vestidos.

Cinco o seis ademas del susodicho collar, llevaban magnificas cadenas de paseo y sus amos las mantenian sujetas a su lado. Coji una copa de una bandeja y me sente en una mesita un poco mas apartada bajo un enorme arbol. Aquello no me gustaba, pero poco mas podia hacer por el momento. Saque un cigarrillo de mi bolsito y envuelto en el aroma del mismo me llego otro mas embriagador. Una mano aparecio junto a mi boca como por arte de magia encendiendome el pitillo y una voz suave me pregunto sin ambajes:

-¿Donde esta tu Amo?.

Automaticamente,la mia bajo de tono y obediente respondí:

-No tengo amo...Señor.

-Levantate!- me ordeno-quiero verte.

lo hice lentamente, con la mirada clavada en el suelo, sin percatarme siquiera de que el antifaz no dejariá ver el pequeño detalle de respeto.

El sin embargo no se perdio ni un detalle y notaba su mirada ardiente recorriendome una y otra vez. Su olor ahora mas cercano me hizo aspirar el aire con ansiedad y mi boca se entreabrio para recibirlo de lleno, como premio e inesperadamente note una calida humedad en mi sexo, como si una trompeta de guerra lo hubiera despertado de su letargo.

Trycia